Eco-inodoros, para todos los gustos
Permiten ahorrar enormes cantidades de agua, crean energía en forma de gas o electricidad y son económicos. ¿Los usaría?
El baño es para muchos un espacio de relajación, un lugar donde uno tiene la oportunidad -además de satisfacer sus necesidades fisiológicas básicas- de parar un minuto y detenerse a pensar o leer, por ejemplo.
Es más, Gabriel García Márquez confesó en su biografía que se leyó el Quijote completo durante sus ratos de "ocio" en el excusado.
Pero para quienes buscan reducir el costo ambiental, el baño y más precisamente el inodoro -taza, poceta, váter o demás nombres que recibe en distintos países de habla castellana- es un artefacto que hace falta repensar.
A continuación, le presentamos tres versiones de inodoros muy distintos creados con el fin de preservar el medio ambiente.
El sistema indio (dos pozos)
Una de las personas para quien el lavatorio ha sido objeto de estudio durante décadas es el sociólogo indio Bindeshwar Pathak, quien recientemente recibió el premio otorgado por la Semana Mundial del Agua en Estocolmo, Suecia.
Bindeshwar recibió este galardón por hallar la manera de ahorrar agua y salvar miles de vidas, instalando más de 1,2 millones de inodoros amigables con el medio ambiente e instalado más de 7.500 baños públicos en India.
Según el Sulabh Sanitation Movement, una fundación creada por Bindeshwar, más de 700 millones de personas en India viven en casas sin sanitarios (según el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos en el mundo unos 2.600 millones viven sin acceso a ninguna clase de baño).
A raíz de esta carencia, la mayoría de los indios defecan en baldes al aire libre, que más tarde limpian de forma manual. Se estima que por la falta de un sistema sanitario adecuado unas 500.000 personas mueren al año, como consecuencia de enfermedades vinculadas a la diarrea y a otros trastornos gastrointestinales.
De ahí la importancia del sistema creado por Pathak, que no sólo evita la propagación de enfermedades sino que además utiliza en mucha menor medida uno de los recursos naturales más preciados: el agua.
El sistema, conocido bajo el nombre de Sulabh, es muy simple y además poco costoso. Tiene dos pozos que no están conectados al sistema de cloacas, con lo cual los desechos no contaminan los ríos.
Cada pozo, cuyas paredes están construidas con ladrillos puede ser utilizado por una familia durante cinco años. Cuando se llena uno se utiliza el otro. Durante ese período la materia fecal "se convierte gradualmente en abono que puede utilizarse luego como fertilizante" explica Bindeshwar. "Además, utiliza solamente entre 1 litro y 1,5 litros de agua cada vez que se usa en vez de los 10 litros que consume un inodoro tradicional".
Si bien el sistema comenzó utilizándose en India, hoy día ya se ha empezado a utilizar en otros países, entre los que se encuentran "Argentina, Bolivia, Brasil y República Dominicana", señala el experto.
De y para materia fecal
Otra innovación en el terreno de los sanitarios proviene de la estadounidense Virginia Gardiner. La creación original de esta joven diseñadora industrial ofrece a la vez una solución ambiental y una propuesta conceptual, que busca poner de relieve el hecho de que las heces pueden transformase también en una mercancía.
Creado con estiércol de caballo, el inodoro de Gardiner (Loowatt) hace uso de un nuevo sistema para deshacerse de las excrementos que no requiere ni energía ni agua.
"Si calculas que una persona utiliza el baño alrededor de siete veces al día y en cada oportunidad se van unos diez litros de agua, de este modo se ahorrarían millones y millones de litros de agua potable", dice Gardiner.
En este aparato de tecnología simple y bajo costo los desechos caen primero en una bolsa de material biodegradable. Al accionar una palanca los desechos pasan a un segundo compartimiento ubicado en la parte inferior que se sella completamente, evitando el paso de gases y olores. Este "paquete" se retira del dispositivo y se lo lleva a un digestor anaeróbico que lo transforma en gas para cocinar.
La idea, le explicó Gardiner a BBC Mundo, es que "haya un receptor local -una suerte de buzón- donde la gente pueda depositar los desechos contenidos en una caja sellada, a cambio de electricidad".
"Usas el inodoro, vacías el compartimiento, llevas su contenido a un biodigestor que produce gas y ese gas lo usas para cocinar la cena. Comes, luego vas al baño y estás listo para empezar otra vez", explica Gardiner, enfatizando que "la clave de la sustentabilidad no está en los objetos sino en los sistemas".
Vale la pena mencionar que si bien el prototipo está hecho de estiércol, Gardiner sólo lo hizo con este material para resaltar el concepto de "materia fecal como mercancía", pero para su fabricación futura pueden utilizarse otros materiales.
Todo en un uno
Otro producto innovador que ya ha ingresado en el circuito comercial es el sistema creado por la empresa australiana Caroma.
Con la idea de dos por uno, el aparato incorpora el lavamanos al retrete: el agua que se utiliza para el lavabo va a parar directamente al depósito de la taza.
Este mecanismo, afirma la empresa, permite ahorrar un 74% de agua y además, dicen, resulta ideal para ahorrar espacio ya que no hace falta colocar otro lavabo en el baño.
El excusado -que ha salido a la venta en junio- ha despertado gran interés en el público, explica Tara Gosey, representante de Caroma en Estados Unidos, pero aún habrá que esperar para ver cuánta gente se decide a instalarlo en su casa.
"Este concepto es para el consumidor que tiene un grado de conciencia muy elevado sobre la problemática ambiental o para los desarrolladores que tienen plena conciencia de que el planeta está en riesgo", señala Gosey.
"Pero eventualmente el mensaje llegará al público en general", confía Gosey.
BBC Mundo.
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